miércoles, 24 de octubre de 2012

TESTIMONIO PARA MICAELA DE JULIO YOVERA, 20 AÑOS DESPUÉS...

Julio Yovera y Rafemole


Escribe RAFEMOLE

Julio Yovera Bayona (así es su apellido materno, cambiado por la negligencia de una secretaria de la Municipalidad de Catacaos que escribió “ll” y no “y”) es uno de los representantes más auténticos de la poesía y la cultura de nuestra región. Su obra, con excepciones, no es reconocida por la crítica piurana, acaso porque al propio Yovera no le importa. Sin embargo, su creación, estoy seguro, tiene valor en sí misma.

En su juventud nuestro poeta animaba las veladas literarias, participó con éxito en los Juegos Florales Magisteriales que organizaba, allá por los 60s y 70s, la recordada Ex escuela Normal Superior “Miguel Grau” y el Instituto Nacional de Cultura. Después emigró a Lima, estudió en San Marcos, y por muchos años se alejó de su tierra natal, Catacaos. Alguna vez declaró que después de la muerte de su madre se sintió desmotivado para volver a respirar el aroma de los algarrobos.

Yovera ha publicado “Canciones de la Lluvia” (de aire regional), “Víctor Pablo Salvador” (Homenaje al pueblo de chile), Testimonio para Micaela” (con motivo de los 500 años de agresión colonialista), “Río Blanco, crónica y canto” (elegía a los pueblos que defienden el medios ambiente); dos libros testimoniales, uno sobre la vida del mítico y legendario Horacio Zeballos, “Horacio Maestro y Líder” y “Homenaje a un Revolucionario” (sobre el médico y dirigente popular Leoncio Amaya Tume). Su obra en ensayo es importante pero nada difundida en la región. Junto al recordado Juan José Vega publicó (con prólogo del Maestro Javier Pulgar Vidal, el libro “Julio C. Tello, homenaje), José Carlos Mariátegui Lachira y la fundación del Partido, que apareció con un Prólogo de Alberto Moreno, el líder fundador de Patria Roja.

Sendos artículos suyos aparecen en las prestigiosas revistas digitales Rebelión de España y Casa de las Américas de Cuba, Nuestra Bandera, La Mula, Patria Roja, entre otras.

No es pues un advenedizo, ni ha entrado al lugar de los elegidos por la ventana. No. Yovera es un infatigable caminante que felizmente cada vez que se le programa, vuelve y está con nosotros, ahora con el semblante de un profeta que siempre contagia y motiva a luchar por un Perú diferente, lo que le ha costado ser satanizado y difamado.

Nos ocupamos de él porque se cumplen 20 años desde que publicó un hermoso libro que fue saludado y que llegó a ser recitado por el desaparecido actor nacional Hadson Valdivia, además de musicalizado con la guitarra del gran Manuelcha Prado.

Nuestro prestigiado crítico literario Miguel Varillas ha referido que es uno de los cantos más hermosos de la literatura piurana. “La poesía –dice Varillas- es: “Testimonio para Micaela”; el poeta es Julio Yovera Ballona; y, el pueblo es: Catacaos”, y agrega esta frase: “afirmamos que el poeta es quien siente la hermosura de la naturaleza y la manifiesta de un modo igualmente hermosa; es el sacerdote que oficia en el altar de la poesía, que posee sensibilidad tan exquisita que se impresiona ante cosas que no altera a las demás personas, que posee imaginación reproductoras, fantasía, memoria y sentimiento poético. Nosotros agregamos a estos conceptos que el poeta para ser tal necesita de sensibilidad social como la tiene Julio Yovera Ballona…” (Revista Época, N° 252, Junio, Julio, 1992)

Otra valoración señala que: “Testimonio para Micaela” rinde homenaje, en 36 poemas, a la vida del pueblo tallán y su resistencia ante el conquistador español y sus herederos gamonales. El contexto social y de protesta no impide al autor un contenido lirismo, en un discurso que entremezcla giros locales y nombres tallanes, con particular musicalidad” (Domingo, Diario La República, 21 de junio de 1992).

En suma, quienes se han ocupado de libro reconocen que es un verdadero texto literario. Pero, no se ha quedado ahí nuestro hermano. Ha publicado después “Río Blanco, crónica y canto”. Ha dicho el autorizado vallejiano Danilo Sánchez Lihon: “Julio Yovera es un tallán y por serlo de manera inequívoca es un chamán; por la actitud natural, misteriosa y mística, quien deambula cotidiano y seguro sobre los misterios del ser; el que conoce el paso de los dioses en las hojas de otoño cuando ellos pasaron por allí en primavera y conoce también al Cristo Cautivo, que sufre porque su pueblo está amenazado” (Presentación del Libro de Yovera, Río Blanco, crónica y canto, Editorial San Marcos).

Por su trayectoria y su obra ha sido premiado por el Instituto Nacional de Cultura de Piura (gestión de Lic. Luis Chaparro), por el Instituto Nacional de Cultura del Cusco (gestión del Dr. Víctor Aguilar, actual Secretario Ejecutivo de la Asamblea Nacional de Rectores, ANR), por Derrama Magisterial. El Colegio Miguel Cortés, donde cursó sus estudios secundarios lo ha distinguido como uno de sus alumnos brillantes y orgullo del plantel. Asimismo, la Municipalidad Provincial de Santiago de Chuco (la tierra de César Vallejo) lo ha declarado su Hijo Adoptivo e Ilustre.

También he recibido otros homenajes: “me han declarado persona sospechosa, pero por mis ideales, no por otro motivo”, nos dijo hace poco con esa sonrisa pensante que siempre lo acompaña.

Nuestro pueblo está en deuda con él. Los medios de comunicación, uno en particular, le debe disculpas públicas. Pero Yovera no guarda rencor y cuando conversamos pondera cada cosa que le decimos y nos habla de Miguel Grau, de Hildebrando Castro, de Manuelita, de Sinforoso Benites, de Alejandro Taboada. Mariátegui y Vallejo son infaltables. Recuerda a Rufo Cárcamo, a Víctor Borrero. Lo escuchamos y dice “hay que darle identidad al socialismo”, porque nunca oculta su adhesión política.

Debo confesar que lo siento mi hermano, que cuando viene siempre nos dedica un tiempo y por eso sabemos que ha dejado las aulas, ahora es un docente itinerante, por donde se le llama acude a dictar cursos al magisterio, a los estudiantes universitarios.

Ojalá que las autoridades educativas se animen a incluir la obra de Yovera en el Plan Lector. Esa será una manera de asegurar que la memoria colectiva que está sintetizada en “Testimonio para Micaela” perdure e impulse a nuestros pueblos.

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